San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

La década K: más continuidades que transformaciones.

 Imagen Patria
Ganada o perdida. No hay margen para más. Repetirlo hasta el cansancio dependiendo de qué lado estés del mostrador parece ser la tarea. Para analizar y describir a la Argentina actual, parece ser que con blanco y negro alcanza, ya no se necesitan los matices.
Puede ser que para algunos esto sea así, para los dueños de los micrófonos, las lapiceras y las cámaras. Para mí, no. La Argentina no ganó ni perdió, la Argentina ha vivido una década de conservación, de la no transformación.
Si analizásemos un año político, sin dudas lo más importante son las medidas que se hayan tomado, pero como lo que está puesto en debate es una década, no podemos quedarnos en Asignación Universal mata Lázaro Báez o Tragedia de Once mata creación de empleo. Para eso, está 6,7,8.
La década del kirchnerismo puede ser bien analizada desde las disrupciones y las continuidades.
No seamos necios ni negadores. La Argentina de hoy es un país que luce más sólido que hace diez años atrás. Es evidente también que la política ha recuperado protagonismo, y que el incendio social de la Argentina de 2001-2002 ha sido apagado.
Pero también es evidente que la Argentina ha desaprovechado una oportunidad. La vocación de poder y la obstinación por conservarlo más allá de los límites temporales, ha direccionado al Kirchnerismo en el camino del conservadurismo político y el populismo económico.
¿La Argentina, se transformó profundamente o hubo maquillaje para ocultar los continuismos?
La corrupción, la pobreza, el autoritarismo, la decadencia educativa, el deterioro de la infraestructura, la primarización de la economía, el acceso privilegiado a la educación universitaria, el trabajo precario, ¿son parte del pasado o han pasado a ser características inalterables de la Argentina moderna?
¿La década Kirchnerista, robusteció el poder del Estado o, por el contrario, fortaleció un gobierno que se pretende omnipotente a expensas de un estado ineficiente y obsoleto?
¿Estos diez años, la república, sus instituciones, la Justicia, el Congreso de la Nación, las provincias y el Poder Ejecutivo se han fortalecido o han experimentado un deterioro a expensas de individualismos?
Poner a la Argentina cara a cara con los países vecinos puede ser una buena unidad de medida para comparar el desempeño de la década. El crecimiento argentino, es el 6º más alto en la región, estamos en la mitad de la tabla detrás del de Perú y Colombia entre otros países. La inflación argentina, es la única que creció en 2012 y junto con Venezuela, somos los únicos dos países con índices de de dos dígitos.
Dejamos pasar una oportunidad de transformar.
Quienes creen que ganamos una década, tienen de qué agarrarse. Quienes creen que la perdimos, tienen en qué justificarlo.
Lo que nadie puede negar es que la Argentina kirchnerista ha vuelto culturales los vicios de un país cada vez más desigual e intolerante, que no es confiable en el mundo, que preserva millones de argentinos bajo la línea de pobreza y que está ante el fin de una década fiesta, del culto de lo efímero, donde lo insostenible es mucho más que lo sustentable y donde la necesidad de transformar la realidad, perdió por goleada ante el consumo y el éxtasis del instante.
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