San Rafael, Mendoza 25 de mayo de 2024

El encanto del pasado

Gracias a Mad Men, la serie que hoy comienza su nueva temporada, la nostalgia de los viejos tiempos se puso de moda en la pantalla chica

  

La guerra de Vietnam empieza a rasgar de a poco el tejido social de los Estados Unidos, Nueva York cambia de piel y se deshace de los beatniks para darles la bienvenida a los hippies. Los bigotes, las barbas, las patillas se ríen de las cuchillas de afeitar y la lucha contra el establishmentdivide a padres e hijos. Ése es el mundo en el que transcurre la sexta temporada de Mad Men , que comienza hoy, a las 21, por HBO. La serie que puso de moda la nostalgia en TV, que sumó la pantalla chica al furor por lo retro que la cultura pop abrazó con fuerza desde hace tiempo, está de regreso, pero ahora Don Draper ya no está solo. Por más que el personaje interpretado por Jon Hamm siga comportándose como el único sobreviviente de un naufragio, tan aislado de los demás como constante observador del comportamiento ajeno, ahora al viaje al pasado de Mad Men se sumaron otras series dispuestas a hacer de la nostalgia su carta de presentación.

«¿La nostalgia obstaculiza la capacidad de avanzar de nuestra cultura? ¿O somos nostálgicos, precisamente, porque nuestra cultura ha dejado de avanzar y, por lo tanto, debemos mirar inevitablemente hacia atrás en busca de momentos más potentes y dinámicos?», se pregunta el crítico musical Simon Reynolds, en su libro Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado. Y habrá que pensar que en lo que respecta a la televisión el viaje al pasado parece ser más que nada un modo de defensa, una de las maneras que las series dramáticas encontraron para hacerse un lugar frente a la proliferación de ciclos de género.

Cuando la fantasía y el terror reinan como ahora y los ejecutivos de los canales persiguen al próximo The Walking Dead o a una nueva versión de Game of Thrones , los creadores de la pantalla chica tomaron algunas lecciones de Matthew Weiner y sus criaturas, del inescrutable Don Draper al perfectamente inmaduro Roger Sterling (John Slattery) para atrapar con el pasado al público del presente. Después de algunos intentos fallidos como The Playboy Club Panam , ubicadas en tiempos y espacios demasiado similares a Mad Men , pero sin el beneficio de sus guiones, pura cáscara color sepia sin sustancia que la acompañara, este año un puñado de series dio con el tono justo para contar el pasado reciente y unas cuantas cosas más.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Podría ser un western, pero no lo es. Podría ser una película de mafiosos, pero eso tampoco es. Se parece un poco a un policial, pero ni siquiera ese género que en televisión abarca tanto alcanza para describir a Vegas, la serie que emite Space (los martes, a las 21). Creada por Nicholas Pileggi, responsable de los guiones de Buenos muchachos Casino , de Martin Scorsese, la serie comienza en 1960, en el momento exacto en el que los aviones llenos de mafiosos aterrizan en Las Vegas para quedársela. O más bien a arrebatársela de las manos a los vaqueros como Ralph Lamb, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que sólo quiere que lo dejen en paz con su ganado, un negocio familiar que comanda junto con su hermano y su hijo. Claro que su problema es que él y su forma de vida son ya cosa del pasado, reliquias en un mundo cada vez más lleno de casinos y los crímenes que los acompañan.

«Hoy son los aviones, mañana van a construir una autopista que pase por el medio de nuestro rancho. ¿Eso es lo que querés?», le pregunta el sheriff Lamb, interpretado de manera prodigiosa por Dennis Quaid, a su hermano. Y más allá de la respuesta lo que importa, lo que atrapa, es que todos sabemos que eso ya pasó. Que el asfalto conquistó el Oeste y que el reducto de juego y trampas se transformó en el terreno de la Cosa Nostra primero y en la Disneylandia para adultos que es ahora después. Y porque conocemos el final del cuento es que es tan entretenido volver a ver su principio. Un efecto similar produce ver un capítulo de The Americans (los lunes, a las 23, por FX), una serie de espías como las de antes. En el universo de esta ficción, una de las más entretenidas y exitosas de la nueva temporada, Siberia sigue siendo un lugar al que se envía a los traidores, el presidente de los Estados Unidos es Ronald Reagan y los teléfonos públicos son el único modo de comunicación si uno está en la calle con la urgente necesidad de comunicarse con ese agente infiltrado en la embajada soviética.

En estos tiempos de hipercomunicación, WikiLeaks y espionaje virtual, los juegos de disfraces, las pelucas y los pasaportes falsos que son los materiales de trabajo de Elizabeth y Phillip Jennings -personajes que ya cambiaron las carreras de sus actores Keri Russell y Matthew Rhys- tienen el encanto de una foto en blanco y negro. Está claro que no todo tiempo pasado fue mejor, pero ciertamente resulta entretenido volver a verlo. O experimentarlo por primera vez en el caso de aquellos nacidos en un mundo en el que la hoz y el martillo son apenas un objeto de memorabilia.

 

 
El equipo de parteras de Call the Midwife, la imperdible serie que se ve los lunes, por la BBC HD. 

 

Una memoria lejana y casi primitiva como las experiencias de la partera novata que se ven en Call the Midwife , la excelente serie que se ve por BBC HD (los lunes, a las 21). Allí, a partir de los recuerdos de la protagonista, en la voz de Vanessa Redgrave, la enfermera Jenny que en 1957 decidió mudarse al por entonces peligroso barrio del East End londinense asiste en esos partos tan lejos de la asepsia y las costumbres de estos tiempos que parecen ocurrir mucho más lejos que hace 56 años.

Tanto cambió en ese tiempo que quien visite el Londres de nuestros días no reconocerá ni una esquina del barrio de trabajadores que más deterioro sufrió durante la Segunda Guerra Mundial, escenario central de la ficción. Como probablemente tampoco reconocerían a la Nueva York de los años ochenta que se verá pronto en The Carrie Diaries , la serie que cuenta las aventuras de Carrie Bradshaw, antes de que se convirtiera en la reina de la moda de Manhattan que vimos en Sex and the City . De hecho, para la Carrie adolescente, interpretada por AnnaSophia Robb ( Charlie y la fábrica de chocolate ), Manhattan es apenas un sueño del que se despierta cada día en su Connecticut natal. Basada, al igual que la exitosa serie de HBO, en el personaje creado por Candace Bushnell, la nueva ficción es un muestrario de vestuario de los ochenta que haría la envidia de cualquier cultora de ferias americanas.

Un desfile de brillante ropa vintage, pero a estrenar que -como pasaba el año pasado conGraduados , la respuesta argentina al poder de atracción de la nostalgia- funciona como la puerta de entrada para el recuerdo de otros tiempos. Y así, la ficción televisiva se vuelve máquina del tiempo repleta de espectadores /viajeros felices de darse una vuelta por sus versiones del pasado.

OTRAS FORMAS DE MIRAR

El desplazamiento de tiempo casi pasaba inadvertido en The Newsroom . Los episodios que se contaban en la primera temporada del ciclo creado por Aaron Sorkin para HBO habían ocurrido apenas un año o dos antes del momento en que se grabó la serie. Los celulares eran los mismos o muy parecidos a los que usamos ahora, la ropa casi exacta y la carga política de los guiones igual de pertinente. Y, sin embargo, Sorkin y su equipo también utilizaron conocidos hechos pasados para desde el presente darles una nueva perspectiva. Algo que seguirán haciendo cuando se estrene la nueva temporada del cuestionado ciclo. Una comedia romántica, según su autor, aunque los críticos no hayan opinado lo mismo. Claro que para ver cómo sigue la historia del noticiero con más periodistas heroicos e idealistas que haya existido nunca habrá que esperar hasta mitad de año. Por ahora, si se quiere tener una buena dosis de comedia políticamente incorrecta habrá que seguir hoy, a las 22, por HBO, el estreno de la segunda temporada de Veep con la gran Julia Louis-Dreyfus, como la vicepresidente de los Estados Unidos, Selina Meyer.

Por Natalia Trzenko  | LA NACION

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