El director catalán Cesc Gay y la actriz Leonor Watling vinieron a presentar “Una pistola en cada mano”, que se estrena mañana. Clarín los entrevistó, junto a Leonardo Sbaraglia, protagonista de una de las seis historias que Desmitifican el rol del hombre como galán.
Una pistola en cada mano se estrena mañana en la Argentina y, para presentarla, viajaron al país su director y guionista, el catalán Cesc Gay, y la actriz Leonor Watling quienes, junto a Sbaraglia, conversaron con Clarín sobre esta comedia agridulce que, cuentan, inquieta a los hombres y sorprende a las mujeres.
“Es precioso ver a un hombre tropezar”, se sonríe Watling, y Gay agrega: “Les toca de una forma especial a las mujeres. Parece que la hubiera escrito una mujer, es un poco corporativista, y yo reconozco que cuando la escribía fui consciente de eso.” La estructura de Una pistola en cada mano es particular: seis historias que se unen levemente al final, cada una protagonizada por dos personajes que dialogan y esos diálogos desnudan a los doce personajes, destapando sus conflictos y frustraciones.
¿Cuáles fueron las dificultades a la hora de interpretar escenas tan largas y con tanto diálogo?
Sbaraglia: Fue raro y bastante atípico, porque casi todas las secuencias se rodaron en dos o tres días y ensayamos tres o cuatro días. Yo llegué a Barcelona al principio de la semana y el fin de semana estábamos rodando. Casi no lo conocía a Cesc, prácticamente no tenía relación con el otro actor, Eduard Fernández, y teníamos que establecer una relación de amistad de muchísimos años. La dificultad fue ésa, llegar y tener un proceso de mucha intensidad en una semanita. En otras películas el primer día de rodaje estás más nervioso, pero tenés cuatro semanas de rodaje. Acá el primer día ya había que clavarla en el ángulo, porque no había tiempo para el error.
Watling: Para mí fue maravillosa la posibilidad de hacer la escena del principio al final, que normalmente en el cine no se puede, te hacen un puzzle y empiezas por el final y acabas por el medio.
Gay: Fue muy agradable poder ir cronológicamente avanzando. Ellos tenían una cosa de energía muy complicada, estar…
Watling: …sentados en el coche.
Gay: La energía que se acumulaba… Fueron dos días en el coche.
Es que la escena que involucra a Leonor Watling transcurre íntegramente adentro de un auto. Ella maneja y en el asiento del acompañante va Alberto San Juan, un amigo de su marido que en ese breve viaje se entera de ciertas intimidades de la pareja.
Gay: Cuando escribí las escenas, las escribí y punto, sin pensar cómo las haría. Cuando llegó el momento de pensar cómo filmarlas, el reto era que eran muy estáticas. Entonces busqué darles un cierto movimiento. La más difícil fue la del parque (protagonizada por Ricardo Darín y Luis Tosar), porque intenté que se pusieran a andar, pero no me pareció natural. Entonces elaboré una pequeña coreografía: uno se sentaba, luego se sentaba el otro. Intenté quitarle teatralidad.
El tono es particular. Es una comedia, pero trata temas pesados…
Watling: Sí, no es American Pie… (se ríe).
Gay: El tono es muy complicado. La música me ayuda. Ya sé que parece extraño, pero me ayuda a colocarme. La música te da un tono que no lo piensas, lo sientes. Hay algo de eso que también tienes que conseguir cuando escribes. Tener claro dónde radica el humor, el momento de quiebre.
Watling: Creo que mi personaje ha superado sus problemas, era lo que él nos decía todo el rato. Nos frustraba, porque todos queríamos hacer un drama (se ríe), me decía “tú ya está, no estás metida en el problema, lo has superado”. Eso le quita mucho hierro también.
Sbaraglia: La película no ahonda en la herida, no se clava, no se queda ahí. Habla del dolor con cierta ironía y cierta empatía.
Siempre le das mucha importancia a los actores en tus películas.
Gay: Es que a mí me gusta el cine de personajes. Me aburren mucho las películas que cuentan tramas. Incluso puedo ver películas que son una mierda, pero está James Stewart ahí y te quedas. Hay algo de ese vínculo que lo hace especial.
Watling: Lo amoroso que es con los personajes, lo es con los actores y eso es muy agradable. Le gusta trabajar con nosotros y sobre todo asume que tus errores son parte de ti como actor.
Gay: Una vez Eduard Fernández me dijo que, si bien no soy actor, mi lugar de inseguridad ante la película es el mismo que el de ellos. Y eso, el compartirlo, hace que me sientan cercano, porque estoy igual de perdido, de acojonado. Hay directores que se arman mal ante eso, intentan mantener una apariencia de seguridad. Yo no, yo les necesito como ellos a mí.
Por Diego Papic
especial para clarín
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