Denuncias de lavado, menos cotizantes, juicios por pedofilia y desvalorización de activos estarán en la inevitable agenda que deberá abordar Jorge Bergoglio cuando tome las riendas de la Santa Sede.
Aún no se conocen los motivos que fundamentaron la elección del cardenal argentino Jorge Bergoglio como nuevo Papa. Pero si alguien quisiera especular con la idea de que su condición de argentino lo convierte en un individuo cultural y hasta genéticamente entrenado para afrontar crisis, sobre todo económicas, no tendrá, en la situación financiera que atraviesa el Vaticano, una refutación a esa tesis.
Existen problemas generales que afectan las finanzas vaticanas, pero también específicos. Los que el Estado pontificio comparte con otras economías son expresión de la crisis económica mundial y tienen epicentro en la exposición del Banco del Vaticano en operaciones que, más allá de haber sido juzgadas como non santas, comportan el riesgo típico al que la extrema liquidez del periodo anterior a la crisis subprime ganó a las inversiones de muchas entidades financieras estatales y privadas. The Economist asegura que su portafolio de inversiones financieras supera los US$2.600 millones. Solo en Italia sus intereses se extienden por el sistema bancario, aerolíneas, inmuebles, empresas públicas y hasta cinematografía. Pero su participación accionaria en numerosas instituciones financieras y en negocios inmobiliarios se vieron golpeadas por la debacle que comenzó en 2008 en Estados Unidos y se irradió a buena parte de la economía mundial, en particular la europea. Una síntesis de esta situación la expresó el polémico ahora ex presidente del Instituto para las Obras de Religión o IOR, también conocido como el Banco del Vaticano, Ettore Gotti Tedeschi: los peligros para Roma, en el siglo XXI, ‘no residirán en la expropiación de los bienes de la Iglesia sino en su pérdida de valor (à)‘.
Tedeschi se refería a un informe de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), que explicaba el derrumbe de los beneficios financieros de la Iglesia por ‘la brusca y acentuada inversión de tendencia en la fluctuación de los tipos de interés, sobre todo del dólar estadounidense‘. Así, según recordó una nota publicada en el diario Tiempo Argentino por el periodista Alejandro Guerrero, a partir del período 2007-2008, las finanzas del Vaticano vieron cinco años continuos de pérdidas.
Los problemas particulares en las finanzas de la Santa Sede duelen a los católicos en los bolsillos, pero también en el alma. En los últimos años, ocho diócesis norteamericanas quebraron por los gastos en los juicios contra curas acusados de abusos y violaciones contra niños. El impacto en este terreno es doble: por las sentencias desfavorables (estimadas en más de US$2.000 millones) pero también por la pérdida de cotizaciones de feligreses que se apartan del sostenimiento del culto, entre ellos muchas empresas que no quieren exponer más su imagen de beneficiarias de una institución que no logra dar una señal efectiva de que colaborará con la Justicia y el castigo a los responsables.
Las acusaciones sobre lavado de dinero también se suman a los dolores de cabeza papales. En enero pasado, a instancias del organismo europeo que combate el lavado de dinero, Moneyval, el Banco Central de Italia bloqueó el uso de tarjetas de crédito dentro del Vaticano.
Todas estas denuncias no son un rayo en cielo sereno. Con expresiones hasta en la literatura y, en particular, en el cine con la famosa saga de El Padrino, donde en la tercera se dramatiza el tema de la muerte del papa Juan Pablo I como un asesinato, la sensibilidad de la opinión pública en torno a las negocios oscuros del Vaticano tiene un punto de inflexión con el escándalo del quebrado Banco Ambrosiano, cuyo presidente, Roberto Calvi, fue encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982.
BBC Mundo recuerda que en los años 70, el propio IOR y bancos católicos como el Ambrosiano, del cual el IOR era accionista, pudieron aprovechar las rutas financieras suministradas por una explosión global de paraísos fiscales para multiplicar los negocios. ‘El escándalo estalló en los 80 con la repentina aparición de un agujero de más de US$1.000 millones de la época en las operaciones del Ambrosiano en América Latina. Los estrechos vínculos de Calvi con el arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, presidente entonces del IOR, pusieron al Banco del Vaticano en el centro de una trama con ramificaciones que apuntaban a la mafia y a la Logia Fascista P2‘.
Y resume: ‘La investigación por lavado de dinero del Banco del Vaticano, las indemnizaciones por los escándalos sexuales y el número decreciente de creyentes y donaciones son algunos de los problemas que heredará el próximo Pontífice‘.
Fuente: Cronista.com
LEONARDO VILLAFAÑE
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