Un experto explica el paso a paso del proceso que permite hacer «eterno» un cadáver; qué pasó en el caso del fallecido presidente venezolano; mirá el especial multimedia

Las fantasías que giran en torno a la idea de conservar el cuerpo para la eternidad existen desde hace siglos. Las primeras prácticas del embalsamamiento se remontan al antiguo Egipto, pero también fue practicada por muchas otras culturas. Casi siempre, eternizar el cuerpo es un privilegio para pocos, para figuras representativas de una sociedad, para líderes, para personajes reconocidos por el pueblo.

¿POR QUÉ NO SE PUDO EMBALSAMAR EL CUERPO DE CHÁVEZ?

«Según mis apreciaciones, el cuerpo de Chávez debería estar con la técnica de Tanatopraxia, siendo así no habría impedimento para el embalsamamiento y el no embalsamar sería un decisión posterior por arremetimiento, porque la familia no quiere o por seguridad de que pase algo con el cuerpo del fallecido presidente posterior o durante la exposición», dijo a LA NACION el tanatólogo argentino Ricardo Péculo.

 

La Tanatopraxia, explica Péculo, es un embalsamamiento temporal que permite conservar el cuerpo por al menos dos meses. «Suponiendo que no se lo hubiera sometido a este proceso, la descomposición avanzó durante todo el tiempo que conocemos: entre traslado y funerales pasaron casi 10 días. Con la temperatura de Caracas, esto haría que el cuerpo no esté en condiciones de ser exhibido, por lo tanto para qué embalsamarlo. Es decir, si no lo van a exponer en el ataúd de cristal para ser visto, no tiene sentido embalsamarlo», sostuvo Péculo. Y aclaró: «Cualquier cuerpo puede ser embalsamado en cualquier momento. Lo que sucede es que el proceso no permite recuperar los rasgos de la persona, sino mantener el estado en el que se encuentra al momento de practicarle la técnica».

«Si Chávez no fue sometido a ninguna técnica previa de conservación, es mejor no embalsamar», añadió.

EL EMBALSAMAMIENTO, PASO A PASO

¿Todos los cuerpos pueden ser sometidos a ese proceso? ¿Es realmente eterno? La respuesta a todas estas preguntas es sí.

El proceso comienza con una limpieza general externa del cadáver. Luego, se le realiza una incisión de unos 2 centímetros. «Puede ser yugular [a la altura del cuello] o femoral [a la altura del fémur]. Allí se va a buscar una vena y una arteria», explica Péculo.

Por la arteria, se inyecta un líquido que es una mezcla de formol, agua y químicos germicidas, colorantes y conservantes. «El mismo líquido es el que va a ir empujando la sangre hacia afuera, a través de una vena», dice el tanatólogo.

Estos químicos son los que van a permitir conservar los tejidos. «Hay gente que confunde esta práctica con la taxidermia, que se hace con animales. En realidad en ese caso sólo se conserva el cuero, lo externo. Para embalsamar a un muerto ya no hace falta sacarle las vísceras, como hacían los egipcios. Los químicos permiten conservar todos los órganos», asegura Péculo.

Lo único que no se puede conservar son los ojos, porque están compuestos por mucho líquido. Pero esto, explica Péculo, tiene una solución: «Se colocan unas cápsulas oculares, que son como un lente de contacto más grande, y se cierran los párpados. Así, cuando el globo ocular se hunde, la forma se mantiene».

LA PRESENTACIÓN

Una vez finalizada esa etapa de la preparación, se le practica la técnica de la tanatoestética, que es el momento en el que se lo maquilla con cosméticos especiales para aliviar los gestos de sufrimiento y darle una expresión más natural. Así, con ojos y boca cerrada, y las manos cruzadas sobre el pecho, el cuerpo está listo para la eternidad.

 

La estabilización del cuerpo es total. No es cierto que el pelo se caiga, ni tampoco que crezca, ni lo hacen las uñas. Lo que sucede cuando el cadáver no está embalsamado, es que la piel se contrae, dando la sensación de que hubo crecimiento. En el proceso de embalsamado, hasta la cabellera permanece intacta.

«Se lo coloca en una caja de cristal en donde será mantenido a una temperatura constante. No es un congelamiento, porque eso quemaría la piel. Puede ser algo así como 5 grados. Lo importante es que no sea cambiante, así impide que se generen bacterias o que ingresen insectos», indica Péculo.

A partir de ese momento se le irán haciendo controles periódicos, al principio más seguidos, en los que se irán asegurando de que los químicos hayan llegado a todas las partes del cuerpo.

«Al año, el cadáver se estabiliza y comienza a momificarse. Y así se mantiene para siempre», concluye el tanatólogo argentino.

TEMORES Y REALIDADES

Anticiparse a la muerte no es lo más común. Muy pocas personas expresan qué desean que se haga con su cuerpo una vez fallecidos. El embalsamamiento es una opción extraña para los ciudadanos comunes, aunque no imposible.

«En la Argentina existe la tecnología para embalsamar. Un tratamiento de tanatopraxia, por ejemplo, puede cobrarse entre 1000 y 1500 pesos», cuenta Péculo. Luego relata una experiencia personal para ilustrar: «Una sola vez me llamó una señora y me dijo que quería que la embalsamara cuando muriera. Fui a su departamento en Recoleta, hablamos, respondí a sus preguntas. No me volvió a llamar más».

El problema no es sólo enfrentar el miedo a la muerte, si no qué hacer después con ese cuerpo «eternizado». «En la Argentina, por ley, el cadáver no puede estar expuesto en el cementerio. No lo está ni el cuerpo embalsamado de Evita. Tampoco se lo puede tener en casa. Entonces, ¿para qué embalsamarlo?», explica Péculo.

Por Sol Amaya  | LA NACION