La película de Alejandro Brugués se impuso al film argentino Infancia clandestina, en un acto en el que hubo críticas a la crisis española
MADRID.- Infancia clandestina no pudo ver madurar anoche su sueño de llevarse el Premio Goya de esta ciudad. Juan de los muertos , la producción cubana dirigida por Alejandro Brugués, le arrebató a la película argentina -para sorpresa de la mayoría de los presentes en el madrileño Centro de Congresos Príncipe Felipe- el máximo galardón concedido por la Academia de Cine Española.
En una de las últimas ternas de la fría noche de Madrid, el director de la cinta ganadora, basada en la lucha entre un extraño grupo de cubanos y un ejército zombi, no ocultó su euforia al subir a recibir la estatuilla inspirada en la figura de Francisco de Goya. «Esta película abrió una puerta al cine independiente cubano que nadie va a poder cerrar», afirmó Brugués. Junto a él, uno de sus asistentes no ahorró una crítica velada hacia el régimen castrista. «Gracias a todos por el apoyo al cine en Cuba, donde no hay de nada, pero hacemos de todo», dijo, ante el tibio aplauso de la mayoría de la concurrencia.
Para Infancia clandestina , el de ayer fue el segundo sinsabor del año, tras quedar marginada de la lista de películas nominadas para los premios Oscar en la categoría de mejor película extranjera.
El film dirigido por Benjamín Ávila había llegado a España como el gran favorito a quedarse con el galardón cinematográfico más preciado y esperado en este país. La película, basada en una historia real acontecida durante la denominada «contraofensiva montonera» de 1979, recibió críticas muy positivas en América latina, y había cosechado varios premios.
En el rico palmarés de la cinta protagonizada por Ernesto Alterio y Natalia Oreiro, figuran la Mención Honorífica de la audiencia en el Festival de Cine de Filadelfia; el Colón de Oro, en el más reciente Festival de Cine Hispanoamericano de Huelva, y el Premio Casa de América del Festival de San Sebastián. Además, la película obtuvo la mayor cantidad de preseas en la gala de los premios Sur, que concede la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina.
La ilusión de ganar en la ceremonia de anoche también había sido alimentada por los antecedentes de otras películas argentinas que habían logrado alzarse con el «Cabezón» en ediciones anteriores. Al más reciente caso de Un cuento chino , de Sebastián Borensztein en 2011, le precedieron El secreto de sus ojos , de Juan José Campanella (2010, y luego ganadora del Oscar), XXY , de Lucía Puenzo, y Las manos , de Alejandro Doria.
Ayer, además de Juan de los muertos , habían sido nominadas la coproducción francomexicanaDespués de Lucía , de Michel Franco, y la paraguaya 7 Cajas , de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori.
La 27a edición de la mayor gala del cine español fue atravesada por un fuerte clima reivindicativo del sector, castigado por los recortes y el aumento de impuestos al cine aplicados en los últimos meses como parte del plan de ajuste del gobierno de Mariano Rajoy.
La gran mayoría de los oradores, empezando por el titular de la Academia de Cine Española, Enrique González Macho, criticó con dureza la política de austeridad que limitó la actividad en España, más allá de que el año último se registró un récord de concurrencia a los cines.
González Macho, que había pedido no transformar la fiesta en una plataforma de protesta, se despachó contra la suba del IVA cultural (en el cine español alcanza ahora al 21%) y la precarización de las condiciones laborales en el sector.
«El cine no es de ningún político. Nos pertenece a todos. Es un derecho de los ciudadanos y no es un complemento de la cultura. Es un bien para todos», dijo, ante la ovación cerrada de una sorprendida audiencia.
En esa línea, la declaración más fuerte provino de una premiada. Candela Peña (ganadora en el rubro mejor actriz de reparto por Una pistola en cada mano) hizo un dramático pedido a las autoridades para salir de su actual condición de desempleada, mientras agradecía a la audiencia con el premio en la mano.
Tras quejarse de la falta de insumos en los hospitales públicos, y de temer por el futuro de las escuelas de reparto, rogó, en una frase que quedará para el recuerdo: «Desde aquí os pido trabajo, tengo un hijo que alimentar»..
Por Adrián Sack | Para LA NACION
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