San Rafael, Mendoza jueves 28 de marzo de 2024

Rodolfo Kusch y el pensar en americano Parte V – Por:.Carlos Benedetto

En nuestros números anteriores hicimos las primeras cuatro entregas del capítulo de un libro publicado recientemente en Mar del Plata para homenajear a Rodolfo Kusch y Guillermo Magrassi;  http://piramideinformativa.com/2019/09/rodolfo-kusch-y-el-pensar-en-americano-parte-i-carlos-benedetto/,

http://piramideinformativa.com/2019/09/rodolfo-kusch-y-el-pensar-en-americano-parte-ii-por-carlos-benedetto/

http://piramideinformativa.com/2019/10/rodolfo-kusch-y-el-pensar-en-americano-parte-iii-por-carlos-benedetto/

http://piramideinformativa.com/2019/10/rodolfo-kusch-y-el-pensar-en-americano-parte-iv-por-carlos-benedetto/.

En este número vamos a concentrarnos en el divorcio que existe entre el pensamiento popular y el pensamiento de las izquierdas que pretenden representar a un pueblo del que ni siquiera conocen su idioma. Esto viene a cuento de que las mentes argentinas siguen colonizadas, hipnotizadas, hy eso hace que nuestra existencia sea “inauténtica”. Kusch advertía eso ya hace medio siglo, y recientemente el Psicoanálisis ha reflexionado sobre el tema, aunque al momento de proponer una emancipación de las subjetividades, no tiene en cuenta la subjetividad originaria, que está en la base de nuestro ser, más allá del color de piel.

Pensamiento popular e izquierdas

 

En HUAICO 26 (1985) repasábamos el conflicto que Kusch había tenido siempre con la izquierda en su relación con el pensamiento popular, y se nos reactualizó esa visión el 9 de diciembre de 2015 en la Plaza de Mayo, cuando en medio de la multitud vimos a un hombre vestido con harapos, casi sin dientes, sin afeitar, mulato o mestizo de muy mal aspecto, vendiendo choripanes al grito de “A lo chori, a lo chori, que se  acaban y mañana se viene el sushi!”. Corroboramos allí que ese hombre no necesitaba leer a Marx para SABER que algo cambiaría al día siguiente, mientras que un sector de la izquierda, minoritario pero ruidoso, insistía en que “daba lo mismo” el nuevo gobierno o el anterior. (3).

En nuestras reflexiones de entonces rescatamos al Federico Engels que, frente a la tumba de Marx, dijo que “la salvación de los trabajadores será obra de los mismos trabajadores”, que algunas décadas más tarde repetiría Perón en nuestras latitudes. Decíamos en 1985 que, apoyándonos en Kusch, no aceptábamos que el kuschismo fuese mero “anti” marxismo: “los trabajos de este pensador argentino constituyen un pensamiento activo y no reactivo. Y el lugar que adopta para hacerse a sí mismo es el pueblo, es la cultura indígena y popular, la cual puede o no fagocitar e incorporar al materialismo histórico y al materialismo dialéctico, pero en todo caso se reserva el derecho a hacerlo, se reserva la iniciativa… cuando Kusch desarrolla ese pensamiento germinal, está guardando mucha más fidelidad al pueblo y a la frase de Engels que los mismos marxistas que sostienen que la clase trabajadora será revolucionaria sólo después de haber entendido a Marx”. Y luego: “Kusch se interna en las prácticas económicas milenarias del altiplano andino y describe el ayni, señalando las similitudes de éste con el moderno cooperativismo occidental….”. Así, en EL PENSAMIENTO INDIGENA Y POPULAR EN AMERICA lo describe el mismo Kusch: el ayni “consiste en una relación económica anterior a una economía del dinero. Se basa en la propiedad común de la tierra y de los utensilios. Los trabajos son emprendidos en forma colectiva, de tal modo que, aun hoy en día, cuando alguien quiere construir una casa, toda la comunidad ayuda en esa empresa. La siembra y la cosecha también se realizan en común”. Pero no con un criterio racionalista, sino irracional, sagrado, basado en la tradición, la costumbre, en el “así es” de la vida. Magrassi era claro al respecto: la importancia de crear sistemas plurales, mestizos, de economía. No ignorando lo indígena ni lo blanco, sino integrándolos, o haciéndolos coexistir.

Se entiende entonces por qué el entonces encubierto mundo coya andino hoy preocupa al poder más que los cortes de ruta de las izquierdas clasistas: Milagro Sala y la Tupac son más peligrosos para el sistema que el anti-sistemismo trotskista, e incluso más peligroso que algunos líderes de la burocracia de pueblos originarios (que lamentablemente existe) asimilada por el sistema, no tienen empacho en decir “que Milagro Sala se pudra en la cárcel!”  (lo hemos escuchado, no nos lo contó nadie). Santiago Maldonado, militante blanco, huinca, caucásico si se quiere, es un símbolo de esa emergencia rebelde.

El indígena, según Kusch, concibe al mundo como organismo viviente, desde muchos siglos antes de que un europeo inventara la palabra “ecología”. A su manera, el jesuita Theilard de Chardin también veía eso. Para el indígena, la Naturaleza no es un “recurso”, como las otras personas no son “recursos humanos”. El materialismo histórico que no se enteró de lo que ocurrió con el campo socialista desde 1989, sigue aferrado a esa misma lógica, a la “mecanicidad de las cosas”.

Kusch rechaza las creencias del investigador social de que las sociedades evolucionan de una sociedad tradicional a una industrial. Rechaza la impermeabilidad de las clases medias respecto del mundo indígena, en general, y en particular, la incapacidad de entender fenómenos socio-políticos como el peronismo y dice que los cientistas sociales americanos “emplean una ciencia que no ha brotado de la misma realidad que los circunda”. También rechaza que la cultura occidental sea “universal” y, por lo tanto, que sean “ciencia” aquellas herramientas académicas de la clase media para aprehender lo social.

En HUAICO 35, a diez años de la muerte de Kusch (1989), volvemos a repasar estos conceptos y nos detenemos en que “no hay razones para buscar soluciones afuera del hombre. Por eso es lógico que ante los problemas concretos de la vida concreta, el indígena recurra más al rito que a la ciencia y la técnica. Porque el rito siempre lleva implícita una búsqueda interior”. Ese mismo año moría Magrassi, un hombre que sí había buscado esas soluciones y que no alcanzó a ver al sucesor ideológico de Kusch que tanto había anhelado.

Finalmente, en 1990 (HUAICO 37) remarcamos que “(Kusch) critica incluso a los marxistas y freudianos, que traicionaron o distorsionaron a Marx y Freud. Porque si estos hombre se preocuparon por resolver y superar esa dicotomía entre vida material y espíritu, sus servidores convirtieron a sus doctrinas en componente del espíritu escindido de la vida material; cayeron en la trampa”

 

Existencia auténtica y existencia inauténtica

 

Tarde o temprano, el subsuelo de la Patria se subleva. El hecho social maldito nacido hace 70 y pico de años sigue existiendo, más allá de los avances y retrocesos de su expresión política. Con seguridad, ni Kusch ni Magrassi hubiesen avalado lo ocurrido en la política argentina en los años 90.

Eso de lo auténtico o no, lo toma Kusch de Martin Heidegger y su crítica al tecnocapitalismo. O sea, la reivindicación del pensar seminal frente al el pensar racional.

O sea, desde el pensamiento racional, vamos del ser a la nada, de la ilusión a la desilusión; el hambre del pueblo se convierte en mero “costo social”, los muertos en una acción bélica son meras “bajas”. En el pensamiento popular se da el camino inverso.

Para Heidegger, en la Edad Media era Dios lo que daba sentido a todo, pero en el siglo XX ese sentido está dado por el capitalismo tecnológico, generador de pensamiento calculador. En el resto del mundo, está el pensamiento meditativo, no utilitarista. Nuevamente El Europeo de Hesse. El pensamiento calculador tiene fines predeterminados; en el otro se piensa desde el hic et nunc, el “aquí y ahora”.

“La ciencia no piensa” decía Heidegger, sino que sólo tecnifica el pensamiento huyendo de los interrogantes filosóficos esenciales que llevan a una existencia inauténtica, pero al mismo tiempo busca un espacio de reflexión independiente de la razón utilitarista, que nos llevaría a una existencia auténtica.

Partiendo de esos planteos, Kusch ve el peligro de considerar universal a la ciencia universal y también la necesidad de desocultar lo originario. Alguna vez dijimos “re-descubrir América”. En el plano económico, un conocido pensador argentino decía “vivir con lo nuestro”; desde la política, hubo quienes, en los ´70s, decían el socialismo criollo es producto de las tradiciones de lucha de la Historia propia, no de la ajena. El socialismo científico que se mantuvo fiel a su tradición europea, nunca entendió al populismo latinoamericano. Magrassi propone lo mismo, pero haciendo hincapié en que la búsqueda debe hacerse en este lado de la muralla, en la interioridad del sujeto citadino, en el alma del caucásico.

Debemos abordar el problema del sentido común imperante en nuestra sociedad, o del superyó, o la superestructura cultural que coloniza las subjetividades populares. El “hombre nuevo” del neoliberalismo no es el mismo al que nos referimos nosotros. Nuestro hombre nuevo es uno que se reconectó con el hombre viejo, americano.

 

La subjetividad colonizada

 

Lo de existencia auténtica versus inauténtica es otra forma de decir que nuestras subjetividades están  emancipadas o colonizadas, para utilizar vocablos del moderno Psicoanálisis lacaniano, que recientemente ha publicado páginas notables en busca de la esencia de lo americano.

La búsqueda de esa subjetividad se ve permanentemente dificultado por la reacción violenta del sistema para quien hay un sentido común que dice que “somos europeos”. Esa reacción violenta, la espada que pidió Lugones antes del primer golpe de estado del siglo XX, iba siempre acompañada de la cruz, el adoctrinamiento de la población para aceptar como natural la condición de colonia.

El período 1976-2003 fue el del triunfo del hombre viejo sobre el hombre nuevo, en el terreno bélico, social, cultural, psicológico, mediático. Quedamos formateados, en todo el mundo, en el sentido de que “el pensamiento es uno, no hay dialéctica, no hay opción”. O, como se dice a menudo, “es lo que hay”, como si no hubiera otra cosa. Pasa eso incluso en los procesos eleccionarios, donde el candidato preferido excluye al otro, como si no existiera.

Des-historizar a los individuos, formatear sus mentes e inyectar una historia no propia, es la clave de toda esta manipulación. La colonización no es sólo económica, sino también mental, espiritual, cultural. Abarca, sobre todo, el espacio humano simbólico. Y allí es donde debemos “detenernos en Maimará”.

Esto plantea un sector muy influyente del Psicoanálisis en su búsqueda de dar un nuevo sentido al vocablo “populismo”. Pero no definen cómo será la futura subjetivodad emancipada. Quizás porque no buscaron más atrás.

En la próxima (y última) entrega pretendemos demostrar  que los pensamientos y sentimientos colonizados (eso incluye el odio del pueblo contra sí mismo, lo que en parte explica el triunfo del macrismo en 2015) tienen salida, sólo a condición de se re-liguen con las raíces territoriales americanas, ya no europeas.

Gentileza: Carlos Benedetto – carlos.benedetto@malargueonline.com.ar

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