San Rafael, Mendoza viernes 26 de abril de 2024

Cuando al muerto se le preguntaba si estaba muerto… – Por:.Beatriz Genchi

A fines del siglo XIX y principios del XX, en nuestro país ya existía el registro civil y regía la obligatoriedad de labrar un acta de defunción para que el cuerpo pudiera ser enterrado.

En la campaña era muy notoria la falta de médicos que diagnosticaran el óbito, por lo tanto el juez de paz estaba habilitado a hacerlo. Como seguramente de medicina no conocía nada, debía seguir un protocolo, como preguntarle tres veces al presunto finado a viva voz: ¿está Ud. muerto?, al no recibir respuesta en ningún caso, estaba habilitado para emitir el documento. Del que acompaño imagen y pueden leer una descripción que termina siendo divertida. Por la cantidad de cosas innecesarias que adjunta, además del idioma florido del funcionario. El documento que es copia del legítimo, que se encuentra en los archivos de tribunales del Partido de La Matanza. Bs.As.
Tal costumbre, como tantas otras, viene de la Antigua Roma. Donde siempre hubo una preocupación por los muertos, a quienes veneraban y temían. Los romanos siempre realizaron ritos fúnebres con más pompa y ostentación que los griegos. Respecto a las prácticas, hubo gran variedad durante la historia del gran pueblo romano. Aunque entre ellos los ritos funerarios fueron evolucionando con el tiempo.

Por ejemplo: hasta el siglo II d.C. predomina la práctica de la cremación, pero a partir de ese momento toma fuerza la inhumación. Y es que antes de los cristianos dominaba la mitología romana. Según las creencias, incinerando al difunto el alma conseguía llegar más rápido a su destino. Después, con la aparición del cristianismo, vuelve con fuerza la idea de la inhumación (sobre todo a partir del siglo IV en el que comienza la producción de ricos y ornamentados sarcófagos).

En la Roma clásica, incluso en la muerte se diferenciaba a los ricos de los pobres. Prueba de ello es que los ricos eran incinerados durante el día, y los pobres y niños eran inhumados de noche, no cremados, porque la cremación era mucho más cara.

A los cadáveres se les hacía varios ritos. Y aquí viene: El primero, llamado conclamatio, consistía en pronunciar el nombre del muerto esperando a ver si contestaba. A su vez, se le cerraban los ojos (este acto normalmente lo realizaba el hijo), mientras las mujeres exteriorizaban su dolor con todo tipo de lamentaciones. Después, sobre todo a los fallecidos de buena posición, se les lavaba con agua caliente, se les amortajaba y se les depositaba en el atrio de la casa, convenientemente decorado con ornamentación floral, con los pies mirando a la puerta para velarlo Después se enterraba o incineraba al finado. Si era incinerado, la pira se apagaba con vino.

Gentileza: Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

 

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