No hace falta presentarlo a Rodolfo Terragno. Su trayectoria política es bien conocida, como su paso por las letras y sus inicios de periodista. Lo que se conoce menos es su interés por la ciencia y la tecnología y, como consecuencia, por la educación. En su amplio departamento –el mismo que selló la Alianza allá por 1997– recibe a Clarín para hablar de las aulas argentinas.
“Calidad educativa hoy es un eslogan que todo el mundo repite porque elogiar la educación es como elogiar la maternidad, nadie puede estar es contra. Pero no hay calidad sin exigencia, sin exámenes rígidos, con ingreso irrestricto a la universidad, por ejemplo. De modo que la idea de hacer la educación más accesible, en definitiva termina siendo lo contrario de progresista.
¿Por qué?
Porque un país no se puede desarrollar si va perdiendo capital humano. Además, porque la falta exigencias, la promoción automática en escuelas secundarias, el facilismo en la educación superior termina en frustraciones. La deserción es enorme. El que aspira a tener una posición y no puede, recibe un golpe, se frustra y abandona. Y esto termina favoreciendo a las élites, que son las que realmente pueden avanzar.
¿Cómo debería ser el ingreso a la universidad entonces?
Como es en todo el mundo organizado, con exámenes.
¿También se debe orientar las carreras que siguen los alumnos?
Sí, estoy de acuerdo con la limitación, con los cupos. Aunque no puede ser demasiado rígido. Si todo el mundo quiere estudiar comunicación o psicología, se va a producir un exceso de esos profesionales, cuando la realidad económica está demandando otras profesiones, como la ingeniería.
Entonces propone ingreso con examen y cupos …
Sí, y eso es totalmente impopular.
Le recuerdo que, además, va contra la plataforma radical del 83.
Sí, y yo estuve en contra, aunque ha sido una posición consecuente del radicalismo. Pero aclaro que esto hay que hacerlo gradualmente, con un gran ejercicio de persuasión social. Si uno lo impone, al día siguiente están todas las universidades ocupadas y hasta los padres en la calle.
¿Cómo se equilibra la necesidad de inclusión con la de calidad?
No son contrapuestas. Hay que hacer un sistema de becas vinculadas a la vocación de los chicos, al empeño, a los conocimientos previos. El Estado tiene que subsidiar la educación, pero lo que no puede subsidiar es el fracaso.
¿Y qué opina de los planes para la finalización de los estudios?
Es bueno que estén estos planes, sobre todo porque la educación primaria y secundaria no es tanto por vocación sino por necesidad. Pero lo que hay que hacer es forzar la elevación del nivel y del esfuerzo, no que cualquiera pase.
¿Le interesaría ser ministro de Educación?
Me interesaría ser presidente de la Nación. Mi experiencia me demuestra que es muy difícil guiar el barco si usted no tiene el timón. Salvo que el presidente sea muy conciente. Con Alfonsín pude hacer todo lo que me propuse porque tuve siempre el respaldo casi incondicional de él. Pero me pasó lo opuesto en la Alianza. Tuve que irme muy pronto porque era un jefe de gabinete sin poder. Entonces, si fuera ministro de Educación con un presidente como Alfonsín, sí. Pero no veo que haya ahora un liderazgo como el de Alfonsín.
Y por eso quiere ser presidente …
Claro. ¿Por qué no?