“Tanta lluvia está arruinando no sólo los rindes sino también la calidad enológica de los racimos. La lluvias de la semana pasada y de estos días vienen a agravar la helada tardía de setiembre.

Estamos transitando un año muy malo a nivel climático. Por ejemplo, cada yema que usualmente produce dos racimos, en la actualidad puede producir dos racimos pero son más chicos o directamente da uno solo”, explicó Mabel Pereyra, del IDR.

El efecto lluvia desencadena un grado de humedad inusitado en los racimos, los que comienzan a ser habitados por grupos de hongos que, en el lenguaje técnico, se denomina botritis. En concreto, los hongos afectan la calidad enológica de los caldos vínicos. A su vez no sólo disminuye la calidad sino que los casos de podredumbre alteran todo el contenido de azúcar que posee biológicamente el cultivo.

La segunda consecuencia temida reside en la imposibilidad de cosechar. “No podemos ingresar con los tractores como tampoco con los cosechadores. Todas las hileras están anegadas y con el barro es imposible cosechar. Por las lluvias de hace unos días y las actuales todavía no cosechamos. Esperemos que se seque el piso y trataremos de cuantificar el daño por las lluvias”, se sinceró el productor Juan Manuel Carletto. En su caso, posee 50 hectáreas de uvas finas localizadas en San Martín, con variedades tan emblemáticas como syrah, cabernet, malbec y torrontés riojano.

No es el único. También Amalia Manresca, presidenta de la Cooperativa Vitícola Colunche, en Costa de Araujo, aseguró que de sus 100 hectáreas, un alto porcentaje ya está perdido.

“No puedo evaluar totalmente el daño por la lluvia ya que el barro nos impide ingresar a las viñas,  pero tenemos uva podrida. Hemos tenido que tirar uva chardonnay”, explicó Manresca. Con resignación, remarcó que a los males que acarrea la lluvia, esta temporada también se suma la escasez de mano de obra.

“Los trabajadores piden que se les pague entre $ 45 a $ 50 el quintal, cuando a nosotros nos pagan  $ 100 el quintal pero a cobrarlo en un año, con una inflación del 38% por lo que producir es sinónimo de descapitalización”, añadió Manresca.

En el caso del productor Adolfo Díaz, con 40 hectáreas ubicadas en Santa Rosa  -al contar con suelos más arenosos que permiten escurrir el agua- los daños por la lluvia son algo menos evidentes. En el caso de la uva cereza (una variedad más tardía y que se cosecha a mediados de marzo), hasta el momento, tiene sólo pequeños focos de podredumbre.

En cambio la uva chardonnay, en una semana, ya muestra importantes signos de pudrición y afirmó que otros productores, al tener su uva chardonnay tan deteriorada, la están destinando a mosto, en lugar de champán.

Desde el INV, Alejandro Marianetti afirmó que aún es difícil cuantificar los daños causados por las lluvias continuas sobre la cosecha vitivinícola. Sin embargo, confirmó los focos de botrytis por todo el territorio provincial.

“El daño ya está hecho. Con las actuales condiciones climáticas, los racimos pueden perder peso y ya hay granos rotos y enfermos”, graficó Marianetti.  Más aún, el especialista del INV indicó que en General Alvear  las lluvias continuaron por 24 horas. “Nos caen en 4 días todos los milímetros de agua que recibimos a nivel anual”, señaló Marianetti. Sin embargo, al final el experto se esperanza al apuntar que la cosecha vitícola se inaugura a mediados de marzo. Si las condiciones climáticas mejoran, parte de la producción aún puede salvarse.

Jaquelina Jjimena – jjimena@losandes.com.ar