San Rafael, Mendoza viernes 29 de marzo de 2024

Con la lengua de siempre

Aunque está listo para el musical Todo vale, no deja de ser el monologuista que conocimos

  Preparado para bailar, cantar y actuar; un verdadero todoterreno. Foto: Fabián Marelli

Durante muchas temporadas, Enrique Pinti se posicionó como el monologuista político de la Argentina. Espectáculos como Salsa criolla Pinti y aparte El infierno del Pinti Pericón.com.ar Pingo argentino le permitieron reflexionar sobre aspectos de la historia nacional, pasada y presente, provocando una intensa reflexión entre espectadores, casi ansiosos, por escuchar desde un escenario aquello que ellos estaban pensando.

Con un estilo directo y con gran desparpajo, el actor se ha animado a analizar, a veces de manera brutal, cuestiones sociales y políticas de un país cuyos gobiernos, después de la dictadura militar -asegura-, no han acertado a conducir su timón.

En los últimos años, Pinti se ha bajado del lugar de monologuista y parece extraño. Se ha corrido a interpretar proyectos de otros autores, como El burgués gentil hombre, de Molière; Lo que vio el mayordomo, de Joe Orton, y los musicales Los productores Hairspray . Actualmente, ensaya Vale todo ( Anything Goes ), con canciones de Cole Porter y libro de varios autores, con la dirección de Alejandro Tantanian, cuyo estreno está previsto para julio en El Nacional.

«Puede parecer extraño -aclara el intérprete-, pero el clima actual es muy exasperado y exasperante, muy ríspido. Hay un montón de intereses que no son solamente políticos, sino también económicos, de lobbies. A mí me exceden. Aun así, no he planificado dejar el monólogo político. En 2004, estaba haciendo Candombe nacional y me propusieron hacer Los productores, y no lo podía creer. Siempre quise hacer esa pieza. Cuando uno tiene treinta o cuarenta años dice: «Si no lo hago ahora lo haré el año que viene», pero cuando tenés sesenta y pico te preguntás: «¿Qué quiero hacer?». Toda la vida quise ser un actor versátil: transitar la comedia, el drama».

Siendo joven se enroló en las filas del café concert, y ahí apareció la posibilidad de desarrollarse en un género que, en ciertos aspectos, lo encasilló. «Entonces ése era un lugar de trabajo al que se podía entrar sin hacer casting -cuenta el actor-. Era laburo y salió. No era el sueño de mi vida. La crítica me pegaba duro, decían que era un guarango, un grosero. No lo podía creer. Yo había estudiado Letras y me había formado con Alejandra Boero y Pedro Asquini y terminé siendo como un verdulero de la calle que puteaba y al que la gente seguía. Cuando me quise acordar, era el monologuista de la República Argentina y, después del advenimiento de la democracia, Salsa criollame dio la posibilidad de estar diez años en cartel. Me gustaba, no lo hacía en contra de mi voluntad. Me posicionó, me dio felicidad, logré respeto. Y los críticos empezaron a decir: «Como dice Pinti las malas palabras no las dice nadie».»

-Pero por ahora, no al monólogo político…

-Tengo en carpeta un proyecto como monologuista que me propuso Alfredo Arias y que vamos a hacer el año próximo, pero nada que ver con lo político. No quiero volver a eso porque les tengo miedo a 6,7,8 y al Gobierno, y de verdad les tengo miedo, les tengo un pánico atroz. Todo es blanco o negro, no podés tener una posición sensata. A mí me gusta «esto» y no lo «otro», y eso se toma como que estás haciendo proselitismo a favor o en contra. Acá hay una pelea en la que han dejado de lado a los argentinos. ¿Por qué se le prorrogó la licencia al Grupo Clarín en los primeros años del gobierno de Kirchner? Se acabó la licencia y ya está. Después se iban a enojar. Pero eran culo y calzón. Y de buenas a primeras, ¡oh, sorpresa milanesa!, uno es el ángel y el otro el diablo. Me parece un absurdo total. Una exageración. Entonces yo no salgo ni a manifestar. Tampoco voy a la Casa de Gobierno a agradecer leyes. Fui a celebrar, no a agradecer, la ley del matrimonio igualitario porque hasta hice campaña a través de unos spots televisivos. Y estoy sentado en la misma fila que Néstor Kirchner, Florencia Peña y Pepe Cibrián Campoy. La revista Noticias toma una foto de perfil y titula: «La farándula K». Y yo digo: «La puta madre que los parió, farándula K las pelotas, de qué están hablando». Velo de un lado y del otro: hay mala intención, estupidez, forrada. Cuando hiceSalsa criolla me interesaba defender el estado democrático. Habíamos salido de esa dictadura horrible. Yo sabía todo lo que había pasado y no quería que volviera esa manga de monstruos. Eso me daba fuerzas. Y no hablaba a favor del gobierno de Alfonsín, que manejaba mal la economía y dejó el país culo p’arriba.

-Al menemismo le diste un changüí… al comienzo.

-Antes de hablar le di un año. El país estaba patas para arriba después de la hiperinflación. Entonces sólo hacía chistes sobre las patillas de Menem o cómo pronunciaba las «s». Pero, a partir del 91, con la estabilidad de Cavallo, yo empecé a ver que esto hacía agua por todas partes. No podía ser que el dólar fuera igual al peso. Me opongo terminantemente a que se piense en dólares en este país. Esto no va, decía, con ejemplos cómicos. Esto va a explotar, defendiendo siempre que la gente lo había votado, que no podíamos hacernos los giles. Asumámoslo. Entiendo la voluntad popular, pero las consecuencias?

-Ahí es donde empezás a recibir cartas que te preocupan.

-Después de los años 95 y 96 empiezo a ver menos público y a recibir cartas en las que me preguntaban: «¿Por qué está tan enojado, si todo está bien?». Me quedaba helado. Menem a mí no me hizo nada, pero me parecía que estaba arruinando el país. Una política económica que llevó a cerrar el 90 por ciento de las fábricas, destruyó el aparato productivo; no me digan que está bien. Después, en El infierno del Pinti decía » country , peligro». La gente se empezaba a encerrar para no ver los problemas. Se estaba empezando a agrandar la brecha. Los problemas iban a venir después. La otra gente iba a trepar esos muros y los iban a cagar adentro. Te compraron con el dólar 1 a 1 y no te importa que te cierren la fábrica, la desocupación. Esa gente se va a convertir en un factor enorme de inseguridad. No tenían trabajo y, después de diez años de estar en esa situación, se iban a transformar en un terrible problema social. Y eso les produjo un callo que o les das una limosna o te matan. Qué van a hacer los gobiernos, dar un seguro social para parar el estallido. Y me decían: «¡Qué apocalíptico!», y no me importó. Y debo decir que el gobierno de Alfonsín y el de Menem no se preocuparon por lo que decía la gente. Uno estaba entretenido en una cosa y el otro, en otra. Tuve problemas con la DGI enseguida que empecé a hablar. Y ahora está la gente que descubre América y dice que si hablas mal te cae la AFIP. O los que dicen que los grupos de poder lavan dinero. Eso me saca de las casillas. Si lo tengo que decir arriba de un escenario piensan que cuestiono a Cristina, pero no. Yo sólo quisiera no perder la memoria. El mundo que me están ofreciendo no es tal. Pienso en la dictadura, la hiperinflación de Alfonsín, el corralito, el desconche de la Alianza. ¿Qué garantías me están dando? ¿Les voy a dar una condecoración a estos que están hoy?, no. Quiero que terminen y se vayan a la mierda. Pero que terminen rechazados por el voto popular. Si yo digo esto en el escenario creo que se arma una ola que no me interesa. Estoy tan bien haciendo lo que soñaba de chiquito: drama, comedia, musical. No van a conseguir que me amargue la vida. No están las aguas tranquilas como para poder tirar una piedra que inquiete, que es lo que siempre hice. Ahora, es como tirar una piedra en un maremoto.

-¿Y por qué pensás que esas aguas están tan agitadas?

-Por cuestiones de fanatismo, de poder: de ver quién la tiene más larga. Por cuestiones económicas siempre. Hay gente que pierde plata y hay gente que gana plata con estas cosas. Hay gente a la que se le limita el poder económico y otra que dice: «Nosotros vamos a manejar todo». Y yo tengo sensatez: me interesan la Asignación Universal por Hijo, la ley del matrimonio igualitario, me interesó cómo se resolvió el primer paso de la deuda externa; me interesa la política de derechos humanos, pero no estoy de acuerdo con el patoterismo, con la cosa «gansteril», con el «yo o nadie». Soy un tipo muy anarco en este aspecto y no quiero que me estén mandando. Soy disciplinado y obediente, pero no quiero que me manden. Y el Gobierno tiene una tendencia autoritaria, y la oposición tiene una tendencia también: no sé qué es, pero me opongo. No sirve para nada. Y después están los emergentes que dicen: «Esto nunca pasó en este país maravilloso, de cuentas claras, nunca pasó». Unos miran con un ojo y otros, con el otro.

MONÓLOGO NO POLÍTICO

Una propuesta que llega de la mano del talentoso Alfredo Arias
Pinti tiene un proyecto en carpeta que lo tiene fascinado por un lado y preocupado por otro. Un espectáculo que le propuso Alfredo Arias para estrenar en julio de 2014. El título provisorio es Pinti con estrellas. Un monólogo en el que el actor hablará de su infancia, su adolescencia, su adoración por el cine y por las divas del musical. Aquellas que llegaron en su momento a la Argentina y él no pudo recibir: María Félix, Marlene Dietrich, Edith Piaf, Carmen Miranda, Josephine Baker y Lola Flores. Con cada una de ellas mantendrá un diálogo específico. Entre otros creadores lo acompañarán Alejandra Radano, Sandra Guida, Carlos Casella, Gustavo Wons y, posiblemente, Elena Roger. La preocupación está en que aún no ha podido escribir el libreto. Pensaba hacerlo en el verano, pero la adaptación de Los locos Adams, próxima a estrenarse, le ocupó ese tiempo. «Es que estoy loco, debería haber dicho que no. Pero me gustaba y fue un placer enorme meterme en el alma de esos personajes», cuenta el actor.

EL TURNO DE COLE PORTER

Dedicado estudioso de los musicales, Enrique Pinti habla de Vale todo (Anything Goes) con profunda pasión. Durante la conversación, hace un repaso por todas las versiones que ha visto, sus intérpretes y hasta las variantes de cada una. «Nuestra propuesta es fiel al original, pero le vamos a dar una bajada a tierra -cuenta el actor-. Es una comedia leve, con un argumento sencillo, pero tiene las mejores canciones de Cole Porter. La acción transcurre en un transatlántico donde Porter junta a gánsteres con seres débiles, forros. Lo más importante son sus canciones, que hasta si querés las podes cambiar. En algunas versiones lo hicieron y resultó muy bien. La nuestra será una versión argentina donde está todo.» Junto a Pinti se destacan en el elenco Florencia Peña, Diego Ramos, Roberto Catarineu, Martín Salazar, Noralih Gago, Sofía Pachano, Leo Bosio y Josefina Scaglione. La dirección musical corre por cuenta de Hernán Matorra y la coreografía es de Rodrigo Cristófaro y Vanesa García Millán.

 

Por Carlos Pacheco  | LA NACION

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